lunes, 1 de mayo de 2017

Paradojicamente; Un atentado celeste.


El poeta que más admiro

decía que la vida era un viaje en paracaídas,

y no lo que uno pudiese pensar.


Creo que él vivía en tiempos gentiles.

Y creo que tenía razón, la vida si podía ser

un viaje en paracaídas. 


Quizás habían mas certezas.

Más promesas.

Más cobijo, 

seguridades

y fanfarronerías varias.


El músico que mas admiro hoy,

me habla de caer.

Sin paracaídas.

Sin certeza de un buen final.


Pero sin espanto.

Porque caer es volar si no se piensa en el final.

Vivir es caer, sin aparatejos. 

Nos afligimos pensando en el suelo,

pero nos maravillamos de cruzar el cielo.


No necesitamos ni paracdaidas ni Vicentes.

Porque el arte de mi generación es la caída libre y en picada.

En incerteza extasiante. 

En maravilla fugaz.

No le tememos al suelo.

El suelo nos teme a nosotros.

Y debería.

Porque cuando dejemos de caer.

Cuando la vida termine.

Hallarán eso que llaman suelo

inundado de cielo.

Paradojicamente;

Un atentado celeste.



(minuto 2:52 si no se aguanta el vertigo)