jueves, 11 de diciembre de 2014

Hoy comprendí que era al revés.

Durante los últimos años he sufrido mas de lo que hubiese esperado.
Este espacio poco leído es el testimonio de mi resistencia.
Cansada, deshecha, agotada, muerta.

He fantaseado mil y un veces con el fin.
Con dejarlo todo antes que todo me deje a mi.
He escupido en la idea de dios, he maldecido todo lo que existe.
He llorado sin lagrimas y en silencio.
He temido perderme para siempre,
para no ser jamás recordado, incluso he llegado a desearlo.
Y ya me cansé.

Hoy he decidido prevalecer.
He vivido casi todas las miserias que el mundo le puede ofrecer a alguien como yo.
He estado en tantos escenarios, con tanta gente y
con tan pocas personas.
Tan atiborrado de acciones y tan falto de vida.
He sentido en el alma como todo va y viene sin sentido alguno
 y como el cariño y el amor,
con sus tiernas y nobles intenciones, no pueden hacer nada frente a esto.
He escuchado el silencio del mundo ante nuestros pesares...
el de nosotros, 
los medio ausentes, los que con nuestra existencia 
damos sentido a la alegría por defecto.

Todo lo he sentido, a cada minuto.
He comprendido que sostener el anhelo a la felicidad
es lo que condena a la tristeza.
He decidido no luchar mas.

Ya no maldeciré al universo,
ya no saldrá de mi boca odio,
ya no alimentaré la risa del divino bufón con mi sufrimiento.

Ya he vivido todas las soledades,
he llenado mis oídos y mi corazón con todos los silencios,
he colmado mi alma en el vacío mas estruendoso.
Y seguiré caminando,
no me importa como.
Si debo estar solo hasta el día de mi bendita muerte, lo estaré.
Si debo añorar otra alma en el camino, lo haré.
Si debo ver como todo lo bueno se derrumba dentro y fuera mío, 
lo contemplaré.

Como se contempla el paso del viento sobre pastizales extensos. 
Como se contempla la maravilla del mundo viajando en bandadas hacia el norte.
Como se contempla el brillo de lo verde en días profundamente nublados.
He aprendido a ver lo sagrado del dolor.

Ya he muerto y lo seguiré haciendo,
 si es que de eso se siguen tratando mis días y mis noches.
Estaré aquí para ser sagrado testigo de lo gris.
Sin guardar esperanzas.
Renunciando a atesorar sueños.
Sin reparar corazones trizados ni huesos maltrechos.

Universo, no me debes nada, y yo a ti tampoco.

Estaré aquí lo que deba estar,
viviré lo que tenga que vivir.
Sin ser roca mellada por el río.
Siendo cause que continúa frente a todo,
El viento que abraza todo muro.
El aire, que conquista todo vacío.

Hoy comprendí que era al revés.
Yo jamás he habitado la nada,
es la nada la que me habita a mi.
Y es perfecto.
Siempre.



Tomás del Aire.